
Blog de metabolismo

Por qué las grasas que comemos no suben ningún tipo de "colesterol".
Vamos a ver el viaje de las grasas, desde que nos comemos esa loncha de jamón serrano.
El estómago se encargará de separar las proteínas de las grasas del jamón. Cada uno seguirá un camino diferente.
Las grasas, sin sales biliares, seguirían su camino por todo el tubo digestivo, y saldrían como una esteatorrea. No describo este término, buscadlo en internet, pero no es agradable,
Así que lo primero que hacen es unirse a esas sales biliares (que, por cierto, son una forma de colesterol producido por el hígado y conducido a la vesícula biliar), y ya se pueden absorber a través de la pared intestinal.
Para absorberse, se empaquetan en una lipoproteína muy grande llamada Quilomicrón. Cuando este autobús se llena de grasas, pasa a los vasos linfáticos intestinales, y va ascendiendo por el vaso linfático más grande del cuerpo llamado conducto torácico. El conducto torácico desemboca en la vena subclavia izquierda (detrás de la clavícula izquierda), y lo quilomicrones pasan a la sangre venosa para distribuirse por todo el organismo.
Como veis, hasta ahora las grasas que hemos comido no han pasado por el hígado para nada (pero las estatinas actúan disminuyendo la síntesis de “colesterol” en el hígado), pasan al torrente sanguíneo.
Conforme estos quilomicrones van “chocando” contra las células del cuerpo, éstas le van arrancado las grasas que necesitan poco a poco. Y el quilomicrón gradualmente se reduce de tamaño.
Por cierto, estas células que le van quitando grasas, son las células adiposas, que acumulan estas grasas como triglicéridos.
Finalmente tendrá un tamaño muy pequeño, momento en que se llaman “remanentes de quilomicrón”, que vuelven al hígado para que pueda aprovechar los restos de componentes que le quedan.
En resumen, solo un pequeño porcentaje de las grasas que comemos, pasan al hígado. La inmensa mayoría de estas grasas viajan directamente desde el intestino al tejido graso, donde esas grasas se almacenan como triglicéridos.
Este es el destino de todas las grasas: saturadas, insaturadas, poliinsaturadas.
Creo que queda claro que las grasas que comemos no tienen nada que ver con los niveles de LDL. Nada que ver en su absorción, transporte ni almacenamiento.
Comer grasas nunca alterará nuestros niveles de LDL.
Extracto de “The Clot Thickens” del Dr. Malcolm Kendrick.





Un caso que cambió la visión de la psiquiatría del Dr. Palmer
En el año 2016, cambió la visión de la psquiatría del Dr. Christopher Palmer, cuando ayudó a uno de sus pacientes a perder peso.
El paciente era Tom, un chico de 33 años con un desorden esquizo-afectivo, una mezcla entre esquizofrenia y enfermedad bipolar. Había sufrido alucinaciones, delirios, y angustia mental cada día de su vida en los últimos 13 años. Estaba atormentado por su enfermedad. Había probado todos los medicamentos existentes, y ninguno había funcionado. Es más, le habían hecho ganar mucho peso.
El Dr Palmer pensó, que quizás, perdiendo peso mejoraría su autoestima. Decidieron intentar una dieta cetogénica.
En unas semanas, no solo había perdido peso, sino que Chris empezó a notar cambios dramáticos en sus síntomas psiquiátricos. Estaba menos deprimido y menos sedado. Comenzaba a esteblecer contacto visual, y cuando lo hacía, su mirada tenía algo que antes no había. En dos meses, empezaron a revertir sus alucinaciones, y empezó a considerar que sus ideas paranoides quizás estaban solo en su cabeza.
Tom perdió unos 75Kg, salió de casa de sus padres y había completado un programa de acreditación. Era incluso capaz de hablñar en público frente a una audiencia.
Todo esto explotó la cabeza del Dr Palmer, que inició un maravilloso camino de investigación sobre metabolismo cerebral, y salud mitocondrial, y empezó a aplicar tratamientos dietéticos y metabólicos a todo tipo de enfermedaes psiquiátricas, con un gran éxito.
Y terminó en un espléndido libro que en español se titula "Energía Cerebral" y que recomiendo a todos los que quieran profundizar sobre los efectos de las terapias metabólicas en enfermedades psiquiátricas.



La importancia de la grasa.
El 50- 60% del peso corporal es agua. El 25-30% del peso corporal es grasa, eso quiere decir que del peso seco, la grasa es el componente más importante y supone un 70-75% del peso seco. En el sistema nervioso este porcentaje es de alrededor del 60% del peso total y del 90% del peso seco.
-La grasa se encuentra en el tejido adiposo (lo blanco de la carne), que tiene una función de rerserva energética, de sostén y es un tejido con funciones endocrinas muy importantes.
-Pero además, la grasa es el componete fundamental de todas las membranas celulares y de las de los orgánulos (bicapa de fosfolípidos). En el cuerpo hay unos 35 billones de células, la piel, la mucosa intestinal y los hematíes se regeneran contínuamente. Así que, imaginaos la cantidad de grasa que necesitamos diariamente
En el sistema nervioso, la grasa es el componente principal, ya que además de la propia de las células, contiene la mielina, que está compuesta por esfingolípidos, y rodea los nervios, para protegerlos y mejorar la transmisión nerviosa. La alteración de la capa de mielina produce enfermedades desmielinizantes, como la ELA o la esclerosis múltiple. Sin grasa, el cerebro no funciona correctamente. También te han dicho que el cerebro necesita glucosa, pero eso es falso, puede utilizar cuerpos cetónicos (fruto del metabolismo de las grasas) como fuente de energía mucho más eficiente que la glucosa.
A partir del colesterol se sintetizan las hormonas esteroideas (cortisol, aldosterona y hormonas sexuales), imprescindibles para la vida..
El hígado puede sintetizar glucosa a partir de grasas y proteínas, pero no puede sintetizar ácidos grasos ni aminoácidos esenciales.
Los ácidos grasos esenciales se encuentran en proporción adecuada y con máxima biodisponibilidad en las grasas de origen animal. Las grasas vegetales contienen elevada proporción de ácido omega 6, proinflamatorio, y además, son poco biodisponibles.
La grasa es imprescindible para la vida.